jueves, 8 de julio de 2010

9 DE JULIO DE 1816 - DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

LA INDEPENDENCIA
La marcha hacia la independencia entre 1810 y 1820 implicó un proceso de descolonización que se evidenció tanto en lo político como en lo social. El mundillo rioplatense fue pasando de su condición periférica a un papel central. Fue en Buenos Aires donde la vocación por un papel protagónico se hizo más visible. Aunque la revolución no trajo cambios drásticos en la estructura económica, produjo una importante modificación en posesión del poder económico, que siempre residió en los comerciantes mayoristas, pero ahora afianzado por el libre comercio. Todo esto consolidaba el poder de Buenos Aires, pero lo enfrentaba con el interior.
Es así que el congreso de Tucumán se reunió en uno de los momentos más difíciles para la revolución. Los españoles dominaban el Alto Perú y Chile. Los conflictos con Artigas, líder de la Banda Oriental, eran permanentes.
Joaquín V. González dice que “Es justo decir que el Congreso de Tucumán ha sido la asamblea más nacional, más argentina y más representativa que haya existido jamás en nuestra historia”. Éste, convocado por Álvarez Thomas, inauguró sus sesiones el 24 de marzo de 1816. Se reunieron allí representantes de todas las provincias argentinas, con excepción de Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, y lógicamente, la Banda Oriental. Entonces ¿era la asamblea nacional, argentina y representativa la que declaró nuestra independencia? No es casualidad que los representantes de las provincias que se jugaban por un país federal y no subordinado permanentemente al poder central de Buenos Aires fueran las que no tuvieron lugar en esa convocatoria.
En el seno del Congreso se encontraban las facciones esperables: Los diputados centralistas (la mayoría), y los localistas o federales. Existía también un tercer grupo bien definido, los alto-peruanos que procuraban un régimen central pero libre de la influencia de Buenos Aires, que en ese momento era como querer el helado caliente.
Lamentablemente muchos de los congresales fueron presentados como hombres mediocres porque la mayoría de ellos no tuvieron puestos trascendentales en las violentas luchas que ocuparon el país los siguientes 30 años. Los debates se llevaron adelante durante meses, sin llegar a ningún acuerdo. Lo más irónico radica en la visión de algunos historiadores, que hablan de un “Congreso coherente y franco”
Los diputados se abocaban a debatir cuál era la forma jurídica más adecuada para la organización del incipiente Estado, y si nos adelantamos en la historia, sabemos que esto no se consiguió hasta casi el fin del siglo XIX.Y mientras San Martín presionaba para que se acelerara la declaración de la independencia, la prioridad del Congreso era nombrar un Director Supremo. De acuerdo con las voces de los propios protagonistas se necesitaba un hombre enérgico y conciliador, y con cualidades “aceptables” para las provincias del interior. ¿Cuáles serían estas cualidades? Cualquier similitud con la actualidad es mera coincidencia.
“Seamos libres, lo demás no importa nada”, exhortaba el Libertador, pero, para los intereses políticos, la libertad era temida, y aun lo sigue siendo.
Finalmente, y con varias historias paralelas, el 9 de julio de 1816, bajo la presidencia de turno de Laprida, se proclamó la independencia. Se había concretado la esperanza de muchos. A través de la formula del Acta se subrayaba la idea del triunfo de la idea americana de la revolución. Pero esto fue sólo en las formalidades y en la palabra, porque en los hechos esto jamás se concretó. Se declaraba a la faz de la tierra la emancipación con dramática amplitud, que exportaba un compromiso a todo el continente. Pero la emancipación definitiva la intentaron llevar San Martín, Bolívar y los miles de anónimos que dejaron su sangre en los campos de batalla americanos. Igualmente nunca se completó. El resto nos toca a nosotros.

MATÍAS CANO
3º POLIMODAL
ACTO 9 DE JULIO DE 2010

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